Salimos del armario porque creíamos que las cosas habían cambiado, que se habían superado los viejos prejuicios y la sociedad estaba preparada por fin para aceptar otros puntos de vista, para compartir nuestra percepción, alternativa y profundamente estética, de la vida. Pero nos tachaban de monstruos por la calle. Se metían con nuestras melenas verdosas, nuestros bruñidos colmillos, nuestras esbeltas gibosidades. Así que volvimos al fondo de los armarios, acompañados de ácaros y carcomas. Ellos sí saben apreciar nuestra belleza interior.
Relato incluido en la recopilación "Más cuentos para sonreír", publicado por la Editorial Hipálage en 2009
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