Una tetera maravillosa


Esta mañana he visto una tetera mo-ní-si-ma en un bazar del Rastro. Ahora, tenía una capa de polvo así. En cuanto he empezado a frotarle el polvo, se ha materializado a mi lado el dependiente, un oriental en plan folclórico, con túnica y turbante. Menudo empalagoso. Me ha empezado a ofrecer joyas y diamantes y no sé qué más disparates. Hay que ver qué afán tienen algunos por vender. Yo, claro, que no, que sólo estaba mirando la tetera. Me dice así, muy tieso, No es una tetera, señora, sino una lámpara de aceite. Ay hijo, si sólo la quiero de adorno. Si no hubiese sido tan pegajoso igual me la habría llevado, pero me ha sacado de quicio. Le he vuelto a decir que sólo estaba mirando, pero él erre que erre, que le pidiera alguna cosa. Así que le he pedido que se volviera al agujero del que hubiera salido y me dejara en paz. Y ha desaparecido de golpe. Menos mal, qué pesado. Ahora tengo un poco de pena de haberme marchado sin la tetera, o lámpara, o lo que fuera. Te juro que era maravillosa.

Relato ganador ex-aequo de la primera edición del Premio Algazara de Microrrelatos en 2008. Publicado en la recopilación de relatos a concurso "Cuentos para sonreír" por la Editorial Hipálage.

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